MOVADEF y la izquierda
Rocío Silva Santisteban
Martes,
06 de noviembre de 2012 | 4:30 am
Ni la Ley del negacionismo que los victimiza, ni la cancelación de la
memoria, ni la “renuncia” de un embajador, ni la persecución de las izquierdas
son la mejor estrategia para derrotar al Movadef. Derrotar al Movadef significa
darles la pelea, de cara y frontalmente, como lo hicieron María Elena Moyano y
Pascuala Rosado con SL o como los ronderos que en la Marcha del Agua los
botaron de la Plaza Dos de Mayo. Hoy como ayer serán los dirigentes populares
los que salgan al frente con sus acciones o que se opongan con sus ideas contra
los mandos y combatientes de SL o los dirigentes de su facción continuista.
Solo se va a derrotar al Movadef sin miedo a morir en el intento porque
no es lucha para cobardes. Y sin hacer cálculos políticos, porque lo que se
requiere contra el Movadef es firmeza y coherencia. Con batallas por la memoria
y marchas pacíficas, blandiendo una propuesta para que nuestro país salga del
lastre del desarrollismo y del extractivismo, con una justa distribución de la
riqueza que pueda palparse en las camas de los hospitales y en los pupitres de
los colegios rurales; radicalmente democrática, ecológica e intercultural, esas
serán las formas como se pueda combatir al Movadef. Ni negándolo, ni aceptando
su sucio juego anti-democrático dentro de los márgenes de nuestra democracia.
Al Movadef no hay necesidad de desenmascararlo: tiene rostro y es letal.
Obligar a Nicolás Lynch a renunciar ha implicado darle demasiada fuerza
al Movadef, que ahora enarbolará esa cabeza como una victoria. Lynch debió
renunciar cuando se produjeron las muertes de Espinar, Celendín, Bambamarca,
Paita, entre otras, puesto que si eres verdaderamente de izquierda no tenías
por qué avalar un gabinete como el de Valdés. Que haya recibido al Movadef es
una torpeza más. Y claro, ahora, los militantes de ese movimiento sumarán a la
cabeza de Lynch una reunión con las Madres de la Plaza de Mayo y una tímida
carta de Pérez Esquivel pidiendo amnistía. Todo para posicionarse con fuerza en
las esferas internacionales, recaudar fondos y cobrar mayor visibilidad hacia
adentro. Y lo están logrando.
Mi clara posición sobre Lynch no significa, por supuesto, que no pueda
dejar de decir que ha sido masacrado mediáticamente con torpe cálculo político.
Por ejemplo, el artículo de Martha Meier M.Q. que el sábado publicó en el
diario El Comercio sobre Lynch, además de mal escrito, me parece bajo porque
intenta vincular a toda la izquierda peruana con Sendero Luminoso, ignorando a
todos los dirigentes de IU que murieron en manos senderistas e insinuando que
los de Patria Roja, quienes contuvieron a SL en Cajamarca, son de la misma
calaña. Solo la torpeza de una anti-comunista de manual y panfletaria podría
concluir algo tan mezquino. Francamente la hemipléjica moral es ella y si no
fuera porque es la dueña de El Comercio, no creo que tuviera ninguna otra
tribuna.
No seamos ingenuos: la DBA y su correlato “decano” pretenden dejar en
off-side a toda la izquierda porque saben que pierden terreno ante las
movilizaciones sociales y por eso chillan de regocijo por la cabeza de Lynch,
se lanzan con garras contra Susana Villarán, aplauden la sentencia Villa Stein,
instigan a favor del indulto, intentan comprar asociaciones indígenas, coaptan
a Ollanta Humala. Les digo algo: quienes venzan al Movadef saldrán de las
canteras de una izquierda democrática. Y probablemente, como antes, no serán ni
héroes ni mártires.
Rocío Silva Santisteban (Lima, 1963). Estudió literatura en laUniversidad Nacional Mayor de San Marcos y Doctora en Literatura por la Universidad de Boston. Ganó el Premio Copé de poesía con su poemario Ese oficio no me gusta (1990). Otras publicaciones: Mariposa negra(1993), Condenado amor y otros poemas (1995) yTurbulencias (2006). En 1994 publica su libro de relatos Me perturbas (1994). Actualmente es periodista y docente universitaria. Además es presidenta de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.
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